El Canalero (Raúl A. Rubio Ramírez) es un pintor primitivo o naif que sabe aprovechar, de forma inusual, sus capacidades para reconstruir atmósferas y situaciones, donde la angustia retrocede ante el reclamo de la esperanza; porque la desesperación, los contrastes agresivos en los cuales la vida se debate, o se agita convulsivamente, se transforman desde el cientismo que le impone a los conflictos, y reciben el efecto de una ganancia cromática de peculiares tonos, donde la calidez asume el protagonismo que la conflictividad exige.

Raúl Rubio vive en El Canal, área marginal del municipio Cerro, en Ciudad de la Habana, Cuba, donde los vericuetos del alma humana se bifurcan y asumen caminos tan diversos como complejos, y ofrecen una lectura diferente de la vida, en esa revelación constante de insatisfacciones y desencuentros.

Esas razones de pesar y de ansiedad, de opresión originada en las miserias del mundo debatido entre el odio y el absurdo, conducen a esta entrega de actitud replicante ante los dolores y padecimientos de la humanidad toda, denuncia de las demandas, exigencia de la necesidad de amar y expansión de la voluntad de profundo sentido humanista.